lunes, 7 de enero de 2008

Memorias de un viajero

Donde todos los dias son casi iguales
rodeado de amigos, conocidos, desconocidos, lo único que tengo es la esperanza -muy fundada- de llegar a mi meta -el Oasis- y mi bitácora de viaje, el cual no puede ser un libro más raído.

Días calurosos donde no se puede leer ni escribir por el vaivén rítmico del Camello, que incluso hace espantar el sueño. Noches de fogata con historias y leyendas de viajeros y magos. Actualización del día de mi libro. Una fría arena que descansa del implacable sol.

Los días en el desierto me han hecho pensar en varias cosas. Por la incapacidad de conversar durante la eterna marcha, y la de compartir con alguien durante las largas horas de avanzar bajo el sol, me he visto obligado a mantenerme en un silencio que me derivó a un profundo estado de sub-consciencia, donde puedo meditar.

Llegué solo al mundo, y me iré solo, entonces la vida ¿es el buscar a ese otro que rompa mi soledad de manera única? Los griegos se lo plantearon muchas veces, pero como no consiguieron dar con la respuesta, ésta me asalta mil años después en medio del desierto y de mi absoluto mutismo.

Aquí comparto con quienes me rodean, tanto amigos como desconocidos, quienes no desmerezco, pero no tengo esa persona con quien compartir cosas únicas, a quien dedicarle triunfos, con quien completar la vida...

Sólo tengo mi fiel momento de silencio, tan eterno como este desierto. Quizás es momento de arreglar mis cosas antes de encontrar a esa persona, para recibirla como se merece, por que instuyo desde hace mucho tiempo, que será lo más grande que me pasará, aunque no se de dónde vendrá, si de mis sueños, del sur, del pasado o del Cielo...

Caminar, descansar, introspección, sol, eternidad, fogatas, arena, esperanza...

Creo que más que recibirla, de cierta forma me la ganaré con el esfuerzo...


...De ser hoy mejor que ayer, y mañana mejor que hoy.

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