miércoles, 8 de diciembre de 2010

Historias de amor.


Hablábamos y dormiste.
Yo también estaba cansada y el ambiente estaba acogedor.
El problema no era dormir.

Del otro lado del pasillo estaban ellos. Él tenía su cabeza sobre el muslo de ella.
Ella se veía somnolienta y le rascaba la espalda con ternura.
Con los ojos cerrados y una expresión de tranquilidad en la cara.

Tú tenías tu cabeza sobre mi mano, a algunos centímetros de mi muslo.
Mis ojos se cerraban a ratos y te pasaba los dedos por el cabello.
Con mis ojos chiquititos, me pregunto cual habrá sido mi expresión.

El problema no era dormir.
El ambiente estaba acogedor.
El problema era despertar y llegar. Separarnos y no poder decir: "lo aproveché TODO"
Tener recuerdos donde no aparecerías si no lograba encontrarte en mis sueños.

Despertaste. Te disculpaste. Te dije que todo estaba bien, porque así lo era y volviste a dormir.
Volví a mirarte, a escucharte, a hablarte en ese idioma que tal vez entiendes en sueños.

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En el metro estaba ellos, contaban las estaciones y se veía que no eran de por aquí. Hablaban un español muy hermoso y la bandera de cuba como fondo de pantalla del celular solo agregó a sus ternuras.
Se miraban y el amor entre ellos era palpable. Esos "te amo" que se gritan con los ojos y que me hacen derretirme.
Ambos se sostenían de la barra.
De a poquito, él levantó su pulgar. Lentamente, muy lentamente. Ese proceso que se demoró el tramo entre dos estaciones terminó en un roce de pulgar con la mano que estaba justo arriba en la barra.
Se miraron y una vez más morí al ver que el amor no solo existe en los libros.

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Se creían solos en la calle. Porque yo estaba en otra o porque estaba invisible. Se veían felices. Hablaban despacio pero se reían mucho, hasta con los ojos.
En un momento el le puso la cabeza sobre el hombro. Fue muy cariñoso el gesto, pero en ese momento, no se si habrá sido la emoción o qué, pero quedé visible de nuevo. Ambos me miraron y el instante desapareció.
Yo no quería asustarlos.
Perdón y gracias son mis dos palabras.

1 comentario:

Arturo dijo...

¿Me escribes una historia de amor, para volver a creer en ellas?

Me comenzaba a preocupar, tiempo sin saber si quiera que estabas viva.