domingo, 31 de julio de 2011

Maricón


En una fiesta mis padres andan del brazo como suelen hacerlo.
Aún que sea un "carrete" para el cumpleaños de mi hermana hay gente de todas las edades.
Ellos dos siempre son el centro de atracción. No solo porque son hermosos, es porque irradian. Porque la felicidad que tienen es contagiosa.
Van al bar y cada uno saca una copa de champaña, nadie, ni siquiera ellos, podría decir cuantas han tomado ya y no importa porque nunca tomarían más de lo que la decencia permite.
Se dan un suave beso y mi mamá lo deja sentado en un sofá para hablar con nuevos llegados.

Al lado de él está sentado un hombre muy alto y muy muy guapo, debe de tener 15 años menos que él pero durante las noches pocas veces importa.
Mientras conversan se acercan un poco más y nunca dejan de mirarse a los ojos.

Yo miro eso desde una esquina de la sala. No quiero bailar y no quiero molestar a nadie, por ende estoy ahí con mi bloody mary muy salado y tan picante que mi estomago vacío me odia.
Un joven se acerca a mi y ve con interés lo que estoy mirando.

"Que onda? me pregunta este último
-Que onda que cosa?" Es muy alto y no lo conozco.
"Cual de los dos te gusta que los miras tanto? Te das cuenta que de todos modos son "chanchos que no engordan" para ti.
-Haha, no es lo que piensas, el de la derecha es mi papá."
Abre los ojos demasiado grande a mi gusto.
"Tu papá es gay?
-Sí, pero conocieras a mi padre biológico, ese si que es maricón"

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